Sunday, May 07, 2006

La crítica


Cuando la crítica literaria entra en discusiones para establecer los valores de un libro, los ánimos se encienden porque en principio la autoridad la define el cánon oficial, y segundo, el gusto del público, el saber general. Las dos pugnan, una es oficial y está ligada a mecanismos de poder, y la otra es exogámica, mucha veces marginal o contestaria. Yo no subestimaría la capacidad de un lector para saber si un libro es bueno o no, en el fondo cualquier valor estético es una cuestión de gusto y esto esto sucede siempre en el plano subjetivo en el que está latente un saber, una cultura. Pensar que una persona cualquiera no puede entender un libro o apreciar el arte abstracto o conceptual es una visión post-colonial del mundo: la elite y la plebe, el salvaje y el ilustrado. La filología ha tratado de descorticar los textos y analizarlos en su contenido y su forma, pero no ha hecho grandes aportes, los únicos hallazgos valiosos a mi modo de ver, vienen de la literatura comparada, Harold Bloom, George Steiner, o una parte de la filosofía del lenguaje, Sartre, Merleau Ponty, y recientemente, Paul Ricoeur (una visión más mestiza que mezcla , filosofia, psicoanálisis y linguística). Leía un comentario interesante sobre los ghetos en la literatura francesa. Resulta sorprendente que aún ahora se clasifiquen a los autores por su origen, los continentales, aquellos de apellido origen francés, y los periféricos, los de origen extranjero. Resulta todavía más patético que algunos críticos hagan clasificaciones por el origen racial (odio esta palabra) literatura asiática, negra, etc... La crítica debería orientar, pero a veces solo confunde. Para algunos editores está claro que la edición es un problema de marketing y no de calidad de los textos, se ignora completamente los problemas que un escritor se pueda plantear a nivel de estructura, fondo o forma, lo que que importa es que sea vendible. Tampoco entiendo cómo se puede hacer un análisis de un texto sin tener en cuenta un análisis del lenguaje (lógico y estructural), como si la crítica se resumiera solamente a una analogía con la realidad o a una aplicación de un formato de novela (de ahí que me haga gracia esos cursos de escritura creativa, ¿qué les van a dar al final, un diploma que diga: escritor?), novela histórica, policial, de tesis... Yo veo más al escritor como un paria, una persona que no siempre resuelve los problemas que se ha planteado y que de alguna manera queda desnudo y vulnerable en el texto. El o la que escribe es un conjunto de cosas, es un recorrido, una línea vital, un fenómeno. La vida activa, la vida social entra en el mundo íntimo del escritor para salir convertido en texto. Madame de Stael, una de las pocas mujeres que ejerció la crítica en el siglo XIX, llamó a las escritoras parias de la literatura en su libro De la literatura, (otra cosa que da risa es que en nuestra época la crítica siga empeñada en defender la existencia de una “literatura femenina”) y luego, Flora Tristán lo usó para darle un sentido de exclusión y vulnerabilidad social, usando el nombre en femenino, por último, el Conde de Lautréamont (Cantos de Maldoror) para definirse como un marginal de la sociedad porque tal vez todo escritor sea siempre un marginal, absorbido por el sistema, es alguien que pierde uno de sus valores más importantes, su libertad y su insumisión. Por eso, los premios, son dudosos y pueden dar más aprensión que otra cosa.

Imagen: Madame de Stael

0 Comments:

Post a Comment

<< Home